Tocaba clase con mi profesora gorda y al parecer, ella no estaba muy contenta. Mis padres la contrataron hace poco para mejorar mis notas, pero la verdad es que cada vez me iba peor. Ella empezó a darme una charla y a comentar mis fallos, aunque pronto se le pasó el cabreo en cuanto echó mano de mi paquete. Logró ponérmela muy dura y al final, acabó en pelotas y a cuatro patas en el suelo, pidiéndome que se la metiese hasta el fondo.